¿Por qué es importante separar la orgánica?

1.

Obtenemos compost de calidad. 

El uso del compost mejora la calidad del suelo, ya que aporta nutrientes esenciales, controla los niveles de humedad y estimula a la actividad microbiana.


2.

Contribuimos a mejorar la calidad del suelo.

El uso del compost mejora la calidad del suelo, ya que aporta nutrientes esenciales, controla los niveles de humedad y estimula a la actividad microbiana.


3.

Reducimos los residuos que acaban en el vertedero.

Un tercio de los residuos que se depositan en los vertederos son de carácter orgánico. Reciclando la orgánica y tratándola en plantas de compostaje, se evita la creación y la saturación de los vertederos, además se les prolonga la vida útil.


4.

Contribuimos a disminuir la emisión de gases de efecto invernadero.

La gestión no diferenciada de los residuos orgánicos genera metano, un gas muy potente que afecta gravemente la atmosfera. Separándola y recalcándola correctamente evitamos la emisión de estos gases a la atmosfera. 


5.

Ahorramos energía. 

Tanto el reciclaje de la orgánica, como el hecho de aplicar compost a la agricultura y la jardinería, comportan un ahorro energético de todos los procesos, ya que se reducen la necesidades de riego, la necesidad de aplicar productor químicos, etc.


Una imagen vale más que mil palabaras…

¡Con un pequeño gesto, ahorramos todos!


El compost y sus beneficios

El compost es el producto que se obtiene después de un proceso de compostaje de la materia orgánica. Básicamente, es el resultado final de la descomposición controlada de los residuos orgánicos. El compost aporta una gran cantidad de beneficios, tanto para las plantas, para el suelo y para el medio ambiente:

Aporta minerales esenciales para las plantas, como nitrógeno, fósforo, potasio y otros nutrientes.

Mejora la estructura del suelo dando consistencia a suelos arenosos y argilosos.

Evita la erosión durante las lluvias.

Las plantas mejoran la resistencia a enfermedades, plagas y condiciones climáticas adversas.

Reduce la dependencia de fertilizantes químicos sintéticos y contaminantes.

Promueve el crecimiento saludable de las plantas y aumenta la fertilidad del suelo a largo plazo.

Aumenta la capacidad de retención de agua, nutrientes y la capacidad de drenaje.

Aumenta la actividad microbiana con bacterias y hongos que mejoran la actividad biológica del suelo.

Permite devolver los nutrientes al suelo y cerrar el ciclo de la materia orgánica.